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CONTRACORRIENTE

Ávidos de luz

Ávidos de luz Trilogía: Vida, Muerte y Libertad

Tiene 19 años. Sus amig@s la conocen por Karo.
En la trilogía poética por ella escrita percibo su ansia final: Libertad.
La consecución de esa libertad deseada conlleva el paso por la vida y su posterior final: la muerte. Para Karo la vida es deseada como medio imprescindible para la liberación final, pero vivida con intensidad, hasta el último sorbo de la existencia, consciente de cada momento:

"Vida que va por mis venas,
que ansía ganas de vivir,
aprovecha el minuto de vida,
como si el último fueras a estar aquí."

No quiere dejar sueños pendientes, a los seres nos sobran los fracasos cumplidos. Su vitalidad es manifiesta, Karo mira a la vida de frente, aceptando los retos, cumpliendo sus sueños:

"Ojos que llenan de vida,
vida que en los ojos estás,
sueños aparecen en la orilla,
todos los quiero realizar."

Su juventud es consciente y realista en cuanto a todo lo que la vida ofrece, optimismo ante el regalo que el vivir supone, amargura y sufrimiento ocasionado cuando la vida llega a su final:

"Vida con todas las letras,
vida con todo su afán,
vida que apareces
como un regalo,
como el sol,
como el mar,
aunque dejas sabor amargo,
solamente si te vas,
que sufro yo por otros y
otros por mí quizás."

En su conocimiento adquirido, razonado, pensado, soñado por su mente juvenil, en su interpretación filosófica de la vida, Karo quiere sentirse consciente en el momento final, adivinar la cercanía de la frontera, del límite. Divisar al barquero mitológico, entregar la moneda, precio que Caronte solicita para el suave tránsito a un plano desconocido:

"No te vayas sin aviso,
no te vayas sin avisar,
no me abandones y
me dejes, porque entonces
no podré reír más."

¿Le hacen dudar los últimos versos? ¿Temor final a lo desconocido?, ¿no perder la alegría ni en el último momento? Temores y miedos realmente humanos.
Karo describe la muerte como la soledad más absoluta del ser humano. La percibe consciente de lo que experimenta el cuerpo en ese tránsito, en silencio, esperando:

"Se cansa mi brazo,
sangre helada se me quema,
revierte el espíritu,
se enmudece la palabra."

La consciencia de la muerte conlleva una lucidez antes desconocida. Todo lo anterior, lo vivido con sus fracasos y alegrías, con sus tristezas y proezas, con sus miserias arrastradas, absolutamente todo pasa por nuestra mente agonizante. Pero la luz no aparece, solo el horizonte espeso. Todavía no alcanzamos a ver el final:

"Tinta roja sale en mi mano,
letra clara escriben mis dedos,
lágrimas negras tachan la esfera,
que cubren un horizonte espeso."

El soplo de la vida escapa despacio, apenas se percibe, el cuerpo se resiste, la consciencia se desvanece agónicamente, la negritud aparece. El alma vuela hacia algún lugar indefinido, desconocido, en soledad, casi furtivamente:

"Alma incolora en mi mente espera,
alas le han salido
y vuela al cielo escondida,
no la ve nadie, no quiere ser vista."

Los dos versos siguientes, en mi opinión, describen sus temores ante la soledad y la nada después de la vida. Las puertas cerradas a la esperanza, la fe sin consuelo alguno, el cuerpo abandonado, esa funda biológica sin valor final, la ansiada libertad como espejismo:

"Puertas se cierran a su llegada,
el cuerpo abandonado dejó a su partida."

La soledad atormenta. El hombre nace y muere solo. Aprendiz durante toda su existencia. Nada le consuela, no conoce la razón de esa existencia. La última lección: aprender a morir:

"Solo, con su corazón inlatiente.
Solo, con su frialdad en la mente.
Solo, yaciendo.
Solo...muriendo..."

La libertad, esa utopía de la historia humana, causante de la gran desazón y búsqueda constante de filósofos, místicos y visionarios.
Karo refleja, en la última parte su trilogía, el pesar de la vida para conseguir la ansiada libertad. Ella presiente esa libertad soñada, pero el precio es alto: vivir intensamente, soportar las inclemencias de la vida y....... morir. Las dudas serán permanentes hasta el final. Todo eso se vive en soledad:

"Desde la ventana divisa las olas,
que crecen hasta el cielo,
bajan y luego florecen
como una flor marchita en invierno."

Ignoro si Karo ha bebido en los textos de nuestros grandes místicos, en sus poesías. El camino de la libertad lleva hasta el cielo, eso lo dice en su poema de la muerte y lo repite en éste. Ignoro la influencia de la religión en su pensamiento, pero intuyo sus dudas y temores a la nada absoluta. La débil fe se enfrenta a la razón, dos conceptos totalmente opuestos y distintos. La razón, idea reguladora de la inteligencia, hace pensar. La fe no admite razonamientos, es dogmática. De ahí nuestra lucha mental, racional. Todo lo acompaña el silencio, a veces disipador de dudas:

"Lágrimas en los ojos aparecen,
saladas gotas de lluvia,
suaves y mansas caen,
para sembrar el más triste silencio."

Se siente presa en esta existencia. Los humanos tienen miedo a la libertad, asumir la libertar terrena, su carga de responsabilidad, su toma de decisiones. Karo quiere la otra libertad, la del espíritu libre de cadenas. La vida es como una cárcel para el alma inmortal. Lo dicen los místicos.

"Ve el sol desde la ventana
que ciega sus ojos,
que hunde su llanto,
que entre barrotes sufre
por no estrenar su canto."

El alma muere mientras el cuerpo vive. El alma muere por ser libre, pero los temores del cuerpo se manifiestan, ese agarrarse a la vida tan humano:

"Muere al alma en pedazos
tacha de cobarde su dolor
por no querer llevársela
y calmar para siempre el temor."

La lucha interior, el deseo y los temores enfrentados, las dudas permanentes y........la ansiada libertad:

"Temor de soledad,
dolor de tanto llorar,
pesar por querer morir,
ansiedad por querer libertad."

Me gusta la trilogía. No soy ningún experto en poesía y esto que manifiesto es una opinión personal, posiblemente equivocada. No conozco a la autora en profundidad, apenas hemos cruzado una palabras, pero es sintomático el concepto que tiene de libertad.
Quizás en algún momento podamos hablar y aclarar mis dudas..... y las suyas, claro.

Jaén, 29 de Abril de 2.005

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