"Me cortó el clítoris y no lloré"
FATOUMATA COULIBALY, ACTRIZ, LUCHADORA CONTRA LA ABLACIÓN DE CLÍTORIS
Tengo 44 años. Nací y vivo en Bamako, capital de Mali. Soy actriz de cine, y hago programas de radio y tele en mi país. Tengo, de distintas parejas, una hija (24 años) y un hijo que murió. Estoy casada con un hombre polígamo (tiene otra esposa). ¿Política? Respeto e igualdad. Soy musulmana. Hace 15 años que lucho contra la ablación en Mali
VÍCTOR-M. AMELA - 19/03/2005 LA VANGUARDIA
-¿Le hicieron a usted la ablación?
-Sí, cuando tenía siete años. LFue un momento muy importante para mí.
-Y terrible.
-Yo no lo viví así. Mi abuela, que siempre fue una diosa para mí, me explicaba que la ablación me haría mujer, me daría derecho a acceder a los secretos de la vida adulta...
-Pero ¡se trata de la escisión del clítoris!
-Con un pequeña navajita muy afilada, cierto... Se vivía como un rito de purificación: nos explicaban que la mujer que no se lo hacía era "sucia", impura, guarra, ¡y que ningún hombre querría casarse con ella...!
-Entiendo. ¿Y cómo recuerda aquel trance?
-Mi abuela y mi tía nos acompañaron a mis primas y a mí a un patio de una casa, y allí llegó entonces la purificadora...
-¿Quién?
-La mujer que te hacía la ablación, que te purificaba.También llamadas forgeron,porque eran mujeres de herreros (forgeurs),que forjaban esas navajitas como bisturíes...
-Qué miedo...
-¡Eran muy expertas! Con un corte preciso te cortaban el botón del clítoris, y luego te hacían una cura con un polvo negro para que la herida cicatrizase.
-¿Lloró usted?
-No. Varios días antes, a las niñas se les instruye: no deben llorar, pues si lloran es una deshonra para la familia. Eso me explicó mi abuela, y no lloré. Además, aquella forgeron tenía práctica: fue rápida, lo hizo bien, sentí sólo como una picadura de avispa...
-¿A sus primas también les fue bien?
-Sí: en aquel grupo, a todas. ¡Y estábamos orgullosas de haber ingresado en el mundo adulto! Además, compartir ablación con alguien es intenso: te une con esa persona para toda tu vida... Durante los días siguientes, mi abuela me limpiaba la herida, me ponía mantequilla de careté..., hasta que cicatrizó.
-¿No hay hemorragias, infecciones...?
-Sí, y muchas niñas mueren. Yo me enteré de eso luego. Cuando se lo comenté a mi abuela, ella lo atribuía a malos espíritus...
-¿Siguen muriendo niñas por ablaciones?
-Sí, y cada vez más: las viejas forgeron que sabían hacerlo han ido muriendo, y el Gobierno prohibió a personal médico hacer ablaciones, y lo hacen ahora mujeres inexpertas que causan verdaderas carnicerías y muertes...
-Usted tiene una hija ya adulta: ¿se le practicó también a ella la ablación?
-Sí. Yo tenía entonces 20 años, era todavía muy joven y no supe oponerme, y así lo habían decidido el padre y el abuelo...
-¿Y cuándo decidió que iba usted a luchar activamente contra la ablación?
-Fue hace 15 años. Una ONG vino a hacer un documental, y me pidieron que colaborase: fuimos por los pueblos hablando con hombres y mujeres, jóvenes y viejos...
-¿Por qué le pidieron colaboración a usted?
-Yo trabajaba en la radio y en la televisión pública de Mali, y era ya popular en mi país por mi trabajo como actriz en películas...
-¿Qué descubrió en ese documental?
-Lloré lo que no había llorado de niña...
-¿Qué le hizo llorar?
-Vi morir niñas por hemorragias... Volví a llorar hace poco, al ver a una niñita de 7 años a la que su familia castigaba a lavar diez veces al día su ropita, que mojaba por incontinencia urinaria... Descubrí que era por culpa de la ablación, que le desgració un nervio...
-Maldita sea la purificadora...
-Sí. Al saber la verdad, la purificadora,conmocionada, ha dejado de hacer ablaciones. Y los padres, arrepentidos, han convencido a su pueblo: ¡en ese pueblo han decidido no permitir la ablación nunca más...!
-Bravo. Después de aquel documental, ¿cómo combate usted la ablación?
-Descubrí que la gente de mi país me escuchaba y respetaba, y decidí que tenía que aprovechar eso: hablo desde la radio o la tele, y también voy de pueblo en pueblo...
-¿Y qué les dice?
-Voy con un grupo de médicos y enfermeros: reunimos a todo el pueblo bajo un árbol o un cañizo, y primero les hablamos de salud, higiene corporal... Aspectos genéricos.
-Ajá: para que no se pongan en guardia...
-Sí, y poco a poco derivamos hacia la ablación... Los imanes se enfadan y se levantan...
-¿Y qué dice la gente?
-"Esto lo hemos hecho siempre así, es lo correcto", dicen los hombres. "Si no lo hacemos somos impuras, los hombres no nos querrán, hemos de hacerlo", dicen las mujeres.
-¿Y qué hace usted entonces?
-Levanto la reunión y vuelvo yo sola otro día. Y vuelven a venir. Y seguimos hablando. A los hombres les muestro fotos de ablaciones, y bajan la vista, pero yo les digo: "¡Mira!". Y miran: "¡Esto les harán a tus hijas!", digo. Y a veces vuelvo una tercera vez.
-Qué paciencia...
-Para alcanzar algo hay que escuchar y tener paciencia... Eso lo aprendí de mi abuela.
-Que defendía la ablación. Si viviese, ¿qué haría usted para hacerle cambiar de idea?
-Lo que ella me enseñó: escuchar y respetar. Hay que escuchar mucho. La escucharía, y hablaríamos mucho... Yo sería paciente.
-¿Está viendo usted ya resultados?
-Sí, ha habido pueblos que han tomado la decisión de dejar la ablación... ¡y entonces el pueblo de al lado, que se resistía, se anima!
-¿Se logrará un día erradicar la ablación?
-Será a largo plazo, porque está muy enraizada en la tradición, y a la gente aún le avergüenza hablar de sexo y ablación: es un tabú.
-No desfallezca, siga insistiendo.
-Sí. Muchos allí me dicen: "¿Por qué haces esto? ¡Está mal, los europeos te han sorbido el seso!". Pero cada vez son más los hombres y mujeres que me escuchan y piensan...
Comentario al tema.-
Las salvajadas impuestas por la tradición y las puñeteras religiones, las malas interpretaciones y el tabú del sexo.
Tengo 44 años. Nací y vivo en Bamako, capital de Mali. Soy actriz de cine, y hago programas de radio y tele en mi país. Tengo, de distintas parejas, una hija (24 años) y un hijo que murió. Estoy casada con un hombre polígamo (tiene otra esposa). ¿Política? Respeto e igualdad. Soy musulmana. Hace 15 años que lucho contra la ablación en Mali
VÍCTOR-M. AMELA - 19/03/2005 LA VANGUARDIA
-¿Le hicieron a usted la ablación?
-Sí, cuando tenía siete años. LFue un momento muy importante para mí.
-Y terrible.
-Yo no lo viví así. Mi abuela, que siempre fue una diosa para mí, me explicaba que la ablación me haría mujer, me daría derecho a acceder a los secretos de la vida adulta...
-Pero ¡se trata de la escisión del clítoris!
-Con un pequeña navajita muy afilada, cierto... Se vivía como un rito de purificación: nos explicaban que la mujer que no se lo hacía era "sucia", impura, guarra, ¡y que ningún hombre querría casarse con ella...!
-Entiendo. ¿Y cómo recuerda aquel trance?
-Mi abuela y mi tía nos acompañaron a mis primas y a mí a un patio de una casa, y allí llegó entonces la purificadora...
-¿Quién?
-La mujer que te hacía la ablación, que te purificaba.También llamadas forgeron,porque eran mujeres de herreros (forgeurs),que forjaban esas navajitas como bisturíes...
-Qué miedo...
-¡Eran muy expertas! Con un corte preciso te cortaban el botón del clítoris, y luego te hacían una cura con un polvo negro para que la herida cicatrizase.
-¿Lloró usted?
-No. Varios días antes, a las niñas se les instruye: no deben llorar, pues si lloran es una deshonra para la familia. Eso me explicó mi abuela, y no lloré. Además, aquella forgeron tenía práctica: fue rápida, lo hizo bien, sentí sólo como una picadura de avispa...
-¿A sus primas también les fue bien?
-Sí: en aquel grupo, a todas. ¡Y estábamos orgullosas de haber ingresado en el mundo adulto! Además, compartir ablación con alguien es intenso: te une con esa persona para toda tu vida... Durante los días siguientes, mi abuela me limpiaba la herida, me ponía mantequilla de careté..., hasta que cicatrizó.
-¿No hay hemorragias, infecciones...?
-Sí, y muchas niñas mueren. Yo me enteré de eso luego. Cuando se lo comenté a mi abuela, ella lo atribuía a malos espíritus...
-¿Siguen muriendo niñas por ablaciones?
-Sí, y cada vez más: las viejas forgeron que sabían hacerlo han ido muriendo, y el Gobierno prohibió a personal médico hacer ablaciones, y lo hacen ahora mujeres inexpertas que causan verdaderas carnicerías y muertes...
-Usted tiene una hija ya adulta: ¿se le practicó también a ella la ablación?
-Sí. Yo tenía entonces 20 años, era todavía muy joven y no supe oponerme, y así lo habían decidido el padre y el abuelo...
-¿Y cuándo decidió que iba usted a luchar activamente contra la ablación?
-Fue hace 15 años. Una ONG vino a hacer un documental, y me pidieron que colaborase: fuimos por los pueblos hablando con hombres y mujeres, jóvenes y viejos...
-¿Por qué le pidieron colaboración a usted?
-Yo trabajaba en la radio y en la televisión pública de Mali, y era ya popular en mi país por mi trabajo como actriz en películas...
-¿Qué descubrió en ese documental?
-Lloré lo que no había llorado de niña...
-¿Qué le hizo llorar?
-Vi morir niñas por hemorragias... Volví a llorar hace poco, al ver a una niñita de 7 años a la que su familia castigaba a lavar diez veces al día su ropita, que mojaba por incontinencia urinaria... Descubrí que era por culpa de la ablación, que le desgració un nervio...
-Maldita sea la purificadora...
-Sí. Al saber la verdad, la purificadora,conmocionada, ha dejado de hacer ablaciones. Y los padres, arrepentidos, han convencido a su pueblo: ¡en ese pueblo han decidido no permitir la ablación nunca más...!
-Bravo. Después de aquel documental, ¿cómo combate usted la ablación?
-Descubrí que la gente de mi país me escuchaba y respetaba, y decidí que tenía que aprovechar eso: hablo desde la radio o la tele, y también voy de pueblo en pueblo...
-¿Y qué les dice?
-Voy con un grupo de médicos y enfermeros: reunimos a todo el pueblo bajo un árbol o un cañizo, y primero les hablamos de salud, higiene corporal... Aspectos genéricos.
-Ajá: para que no se pongan en guardia...
-Sí, y poco a poco derivamos hacia la ablación... Los imanes se enfadan y se levantan...
-¿Y qué dice la gente?
-"Esto lo hemos hecho siempre así, es lo correcto", dicen los hombres. "Si no lo hacemos somos impuras, los hombres no nos querrán, hemos de hacerlo", dicen las mujeres.
-¿Y qué hace usted entonces?
-Levanto la reunión y vuelvo yo sola otro día. Y vuelven a venir. Y seguimos hablando. A los hombres les muestro fotos de ablaciones, y bajan la vista, pero yo les digo: "¡Mira!". Y miran: "¡Esto les harán a tus hijas!", digo. Y a veces vuelvo una tercera vez.
-Qué paciencia...
-Para alcanzar algo hay que escuchar y tener paciencia... Eso lo aprendí de mi abuela.
-Que defendía la ablación. Si viviese, ¿qué haría usted para hacerle cambiar de idea?
-Lo que ella me enseñó: escuchar y respetar. Hay que escuchar mucho. La escucharía, y hablaríamos mucho... Yo sería paciente.
-¿Está viendo usted ya resultados?
-Sí, ha habido pueblos que han tomado la decisión de dejar la ablación... ¡y entonces el pueblo de al lado, que se resistía, se anima!
-¿Se logrará un día erradicar la ablación?
-Será a largo plazo, porque está muy enraizada en la tradición, y a la gente aún le avergüenza hablar de sexo y ablación: es un tabú.
-No desfallezca, siga insistiendo.
-Sí. Muchos allí me dicen: "¿Por qué haces esto? ¡Está mal, los europeos te han sorbido el seso!". Pero cada vez son más los hombres y mujeres que me escuchan y piensan...
Comentario al tema.-
Las salvajadas impuestas por la tradición y las puñeteras religiones, las malas interpretaciones y el tabú del sexo.
2 comentarios
sirena -
Es el miedo del hombre a dejar de ser el patriarca, el jefe, el todopoderoso, frente a la mujer, lo que ha llevado a estas prácticas... Mutilar (física y mentalmente)tiene los efectos que ellos han buscado.
Rosaluna -